El cine es y siempre ha sido una experiencia especial. La tecnología, avanzada tal cual es y lo que le falta, no ha podido igualar la sensación de sentarte en una sala de cine frente a la enorme pantalla, con las luces apagadas y el sonido envolvente. Y la experiencia de ir al cine por primera vez queda marcada como uno de los eventos más inolvidables de nuestras vidas. Y no importa cuantos años pasen, cuantas innovaciones tecnológicas aparezcan, ir al cine es un clásico que difícilmente pasará de moda.
John Carter es un intento de regreso a los clásicos. Basada en el libro “Una Princesa de Marte”, escrito por Edgar Rice Burroughs
hace 95 años, tiene todos los elementos de una aventura fantástica, una
historia de ciencia ficción con un toque de cuentos de hadas. Tiene al héroe,
al villano, a la princesa que debe ser rescatada y un reino entero que hay que
salvar de su inminente destrucción.
John Carter es un ex-soldado confederado con un pasado tormentoso; nunca ha
sido un hombre que busque la guerra, pero prefiere estar preparado para ella.
Después de los eventos de la guerra civil estadounidense, John Carter se ve
envuelto por la fiebre del oro y en su búsqueda por riquezas; encuentra de
manera accidental un boleto a Marte, donde se ve en medio de otra guerra civil y deberá elegir a lado de quien luchar.
Yo me confieso un aficionado de las historias fantásticas, de la ciencia
ficción y de los cuentos clásicos. John Carter es una película dinámica, con
una historia que tal vez se sienta repetida. ¿Y por qué no? Si muy
probablemente fue este libro el que haya inspirado a varias generaciones de
escritores y cineastas.
John Carter me transportó a mi niñez, volví a ser ese niño de 12 años que se
emocionó al borde de la euforia cuando vio Star Wars por primera vez; ese que devoró
los libros de Harry Potter y La Materia Oscura. Fue un viaje para todos los
sentidos, las imágenes, la música, la historia, los personajes; todo embonó
perfecto y de repente estaba sumergido en la historia. Estaba en Marte, en
medio de la guerra y deseándole suerte a los buenos para que ganaran la
batalla. Todo libre de recursos hollywoodenses, como los twists y clichés que
ahora consideramos “realistas”.
La historia no guarda sorpresas para aquellos que han leído un libro de
fantasía o de ciencia ficción o para aquellos que hayan ido al cine en los
últimos años; pero eso no significa que la historia no sea hermosa, maravillosa
e incluso hasta inspiradora.
A veces es bueno regresar a los clásicos, donde los buenos son buenos, los
malos son muy malos y quieres que el bien triunfe sobre el mal y todos vivan
felices para siempre. John Carter ofrece aventura, esperanza y emoción durante
todos los 132 minutos de duración. Es un viaje frenético, que nos sumerge casi
sin que nos demos cuenta en un mundo al que no muy pronto querremos abandonar.
Creo que está de más hablar de los aspectos técnicos, los efectos especiales
son de primer nivel; lo más destacado para mí sería la edición, que logra un
ritmo energético y lo mantiene hasta el clímax, la cinematografía tiene sus puntos
fuertes y a través de ella se percibe un homenaje a los viejos seriales de
matiné de Flash Gordon y a los Westerns, mención especial a una toma amplia que
muestra una persecución entre soldados americanos y apaches.
Al ver John Carter no podremos evitar que nos recuerde a otras tantas películas,
no debemos olvidar que ésta muy probablemente sea la historia que lo empezó
todo y que inspiró muchas otras que hoy, para nosotros, son más familiares.
Un libro fantástico y lleno de aventura, encontró casi 100 años después de
su publicación, la adaptación que se merecía. Vayan a ver John Carter, vayan y rencuéntrense
con su niño interior; vuelvan a creer que el bien siempre triunfa sobre el mal,
vuelvan a sentir la emoción de ir al cine por primera vez.
Yo, muy probablemente, iré a verla otra vez.
Sergio.